¿Qué visitar en Peñíscola?
El visitante que venga a Peñíscola no puede irse de la ciudad sin visitar al menos el castillo medieval de la orden templaria que se erige en el centro del casco antiguo. Se trata de una fortaleza que ha tenido además el privilegio de ser una de las tres Sedes Pontificias (junto con Avignon y la ciudad del Vaticano). Actualmente este edificio ha sido declarado Monumento histórico-artístico Nacional y es uno de los destinos turísticos más visitados en la Península. La construcción de este castillo, una maravilla de la arquitectura militar, supone un camino intermedio entre la robustez de un románico que toca a su fin y la sobriedad de un gótico que empieza a abrirse paso como nuevo estilo arquitectónico. Los arcos ligeramente apuntados, el empleo de bóvedas que anuncian las de crucería, los sillares perfectamente tallados y encajados entre sí combinados con la desnudez de los muros y la ausencia de elementos decorativos hacen de este castillo una construcción sobria pero imponente digna de la Orden a la que representaba. El castillo fue remodelado y utilizado como residencia pontificia por Benedicto XIII y Clemente VIII. Más tarde, también sería remodelado por el rey Felipe II para proteger la fortaleza con artillería, cambios que aún son evidentes a lo largo de la estructura. Pero de igual importancia que el propio castillo es la Basílica que se encuentra en su interior. De origen templario y reutilizada por los siguientes Papas que habitaron el castillo como Basílica Pontificia, posee particularidades arquitectónicas que la hacen muy especial. Coronada mediante un ábside con forma semicircular cubierto por una bóveda de media naranja que se eleva sobre un pequeño ventanal que se abre en el muro del ábside y que ilumina de forma de forma gradual el espacio, ésta pequeña basílica fue el lugar elegido para que guardaran reposo de forma temporal los restos de Clemente VIII. – Guuía interactiva para móviles (App para iOs y Android) y venta anticipada de entradas en: http://castillodepeniscola.dipcas.es/
A los pies del castillo encontramos el eremitorio de la Mare Déu dÉrmitana, dedicado a la patrona de la ciudad y donde se guarda y se venera la imagen de la misma. Este pequeño y peculiar templo fue mandado edificar por orden del Gobernador don Sancho de Echevarría a comienzos del siglo XVIII aunque hay constancia de que existió otro en el mismo lugar durante la época medieval.
Igual de importantes son las murallas que mandó construir Felipe II en el siglo XVI al arquitecto Juan Bautista Antonelli. Cuentan con tres puertas de acceso a la ciudad, todas ellas igual de importantes y grandisosas. La puerta que pertenece a las obras realizadas por Felipe II se conoce con el nombre de “Portal de Fosc o Portal de Felipe II” y es la que da acceso al casco antiguo de la ciudad. Por otra parte encontramos el “Portal de San Pere o del Papa Luna”, recibe este nombre porque fue él quien lo mandó construir hacia el siglo XV. En este caso, esta puerta era la que daba acceso a la ciudad directamente desde el mar, ya que cuando arreciaban las tempestades y el agua llegaba al pie de la muralla las barcas comerciales podían atracar directamente en la costa.
En el centro de la ciudad medieval, el visitante encontrará una pequeña iglesia con la advocación de Santa María de Peñíscola. Se trata de un pequeño templo en el que se aúnan los arcos perpiaños apuntados y las tracerías góticas con elementos plenamente románicos como la puerta de acceso al edificio abocinada, la única nave del interior o la cubierta artesonada. El edificio tuve que ser reconstruido en el siglo XV a causa de un incendio. Además, a medidados del siglo XVIII el templo fue ampliado tanto en longitud como en altura, añadiéndole en el piso superior una bóveda de medio cañón perforada que iba iluminada mediante lunetos. En su interior se conserva en perfecto estado un tesoro que nada tiene que envidiar a los grandes tesoros catedralicios, de entre sus piezas hay que destacar un Cáliz que perteneció al Papa Luna, el Relicario de Clemente VIII y una preciosa cruz procesional que ha sido atribuía a Benedicto XIII.
Pero no todo es arquitectura en esta ciudad, también hay excelentes maravillas naturales que poder visitar como por ejemplo El bufador, se trata de una curiosa y enigmática formación geológica sin parangón el la geografía española. Consiste en un túnel que ha sido excavado en la roca de forma natural y sobre el cual se ha ido conformando la ciudad. En este túnel se adentran las aguas del mar cuando se producen cambios de mareas lo que provoca fuertes sonidos y elevaciones de las aguas, que salen a la superficie por la fuerza del agua.
Por otro lado nos encontramos con la Sierra de Irta, se trata de una alineación montañosa de unos 15 kilómetros de longitud pero que llega a alcanzar una altura de 573 metros. Ha sido una zona declarada Paraje Natural y actualmente es una zona protegida mediante ésta figura. Esta sierra se encuentra perfectamente acondicionada para realizar actividades al aire libre como montar a caballo, quad o sencillamente pasear por los senderos ya que la señalización con la que cuentan estos caminos es excepcional. Además, escondida por la Sierra se encuentra la pequeña ermita de San Antonio, del siglo XVI y desde la que se contemplan unas vistas inolvidables de la ciudad que se erige a sus pies.
De especial belleza y singularidad son las llamadas Islas Columbretes, las cuales representan una de las formaciones insulares con mayor interés ecológico. Se trata de cuatro pequeños islotes de formación volcánica que se asientan sobre fondos de unos 80 metros de profundidad. Los nombres que reciben los diferentes islotes van en disminución en relación con su tamaño, así son conocidas de mayor a menor como: Grossa, Ferrera, Foradada y Carallot.
Finalmente nos encontramos con el puerto pesquero, algo que no podía faltar en una ciudad con una ancestral tradición marítima. La pesca sigue siendo una de las principales fuentes de ingresos de la ciudad, además de ser uno de los puertos más importantes y con mayor número de embarcaciones en activo de la Comunidad Valenciana. En él, también es de especial importancia para el visitante curioso la visita de el faro, el cual data del año 1892 y cuyo haz luminoso alcanza una distancia de 65 kilómetros.